martes, 22 de noviembre de 2011

EL AÑO DE LA NUBE


Estuvimos una cuadrilla de Cádiar, tres o cuatro de Yátor y tres de Lobras trabajando en la carretera, empezamos en el puente de la veguilla, hizimos un muro que es el que tiene la veguilla sujeta. Tiene un metro de ancho por veinte metros de largo pues todo lo que hay por encima recalcó, después hicimos una alcantarilla en el barranquillo de la tejilla, más tarde pasamos al barranco del parral e hicimos dos o tres muros en él, seguimos a la cuesta del molino e hicimos un muro grade porque se había echo una quiebra que llegaba cerca de la cuesta del molino de arriba. Para sujetar la pandera entera despues hicimos el puente, estando haciendo los cimientos nos pilló el dia de san Antonio (13 de Junio), pues había un muchacho del cortijo de los manzanos que se llamaba Antonio y teníamos un albañil de Torvizcón que le gustaba el vino más que a los chotos la leche, se llamaba Antonio, si alguno lo recordáis por Antonio el de Elisa que le llamaban en Torvizcón que a muerto en Cádiar, bueno pues el cortijero, el de los manzanos, le tenia brindada una botella de vino especial para el día de su santo, así lo hizo el día de su santo, se presento con una botella de dos litros, el encargado les dijo: “deja la botella para cuando de desayunemos” porque sabia que se iban a templar, bueno, pues había un zarzal a la parte arriba de donde estábamos trabajando, tenia una sombra muy buena y dijeron: “vamos a poner la botella aquí en la sombra que este fresquita para cuando comamos”, y empezamos a trabajar, estaba la mañana revoltosa pues cuando llevábamos una hora trabajando hicieron dos truenos y de seguida empezaron a caer gotas, acto seguido tuvimos que salir tirados a la barraca, llovía como cuando mean las vacas, a los diez minutos salió el barranco más que cuando la nube. Cuando aflojó un poco salieron en busca de la botella y se había perdido hasta el zarzal, todavía no apareció la botella y se quedaron compuestos y sin novia.


Después hicimos una alcantarilla en en el cortijo de Emilio la hicimos en dos veces, hicimos la parte de abajo primero y estando haciéndola, nos pillo un viernes, había un maestro de Cádiar que daba escuela en Torvizcón y los viernes se venía con un autocar que venía a la cuesta del molino a por los críos de la escuela y desde allí se iba con el camión de la gente que era de Yator, pues se quedó donde estábamos trabajando y se embobaron con la charla y nosotros metidos en la zanja. Estábamos hondillos, yo estaba con la vista puesta en el corte y vi moverse el terreno, les di una voz a los otros y blincamos fuera, estuvimos a punto de habernos quedado alguno enterrado. Ya dimos de mano, los viernes dábamos de mano a las cuatro de la tarde.
Al lunes siguiente todo el día estuvo el encargado diciendo: “cuidado con la ocurrencia de venir el maestro en la mejor oportunidad”
Pues de allí pasamos al barranco de verdebique, hicimos otros dos o tres muros, después pasamos al cortijo reuma, hicimos dos o tres muros allí también, una mañana estábamos desayunando y habían echado una capa de tierra en un recalque que se había hecho encima del cortijo, no había asfalto, la tierra estaba helada y se presento el conde de Mecina con el Barreiros cargado de maderas, y al llegar a lo helado frenó y al frenar se le fue el camión atravesado para la derecha, se hecho encima de un Citröen que tenia el contratista y se lo chafó y no se fue fuera de la carretera porque había unas pilas de tierra en el borde de la carretera, de seguida salieron los encargados que estaban tomándose una copa en un barecillo que tenían en el cortijo reumas (como le llamaban a ese cortijo). El contratista que era el que hizo el tejado de las escuelas éstas y el mercado de Cádiar, era muy conocido por aquí, se llamaba Diego Rodriguez y era de Pinos del Valle, pues como digo, en el fracaso del camión le dijo al Condillo: “todas estas cosas te pasan porque no duermes si estas a todas horas tirado en la carretera”. El pobre llevo la mañana, luego fue arrancar el camión y se le habían bloqueado los frenos y por pocas si lo puede arrancas.
Pues seguimos el trabajo y unos días después, concretamente el día de San Blas, la gente de Cádiar no fue al trabajo porque era la fiesta local del pueblo, los de Yator tampoco fueron, quedamos seis personas. Aquel día amaneció lloviendo, había estado toda la noche lloviendo y el día igual, los tres de Lobras salimos pues el camión que nos llevaba sí que iba, el río iba de punta a punta gracias a que iba muy extendido, Lorenzo y yo llevábamos botas de goma, lo pasamos sin mojarnos los pies pero Juan Miguel iba con las botas del trabajo, se tuvo que meter dentro del agua (figuraos como se pondría), en la cuesta del molino quiso comprarse unas botas de goma, le tocó a Carmen y no se habían levantado todavía, le dijo que no tenían, llegamos a reumas y ya estaba el contratista allí, el día antes había hecho la maquina un cimiento y se había quedado la carretera en peligro, el contratista estuvo toda la noche pensando en el caso, apenas llegamos nos dijo: “al trabajo llueva o truene, hay que hacer el muro” y me dijo a mi: “ponte tú, Rosendo, a poner piedras”, también nos dijo: “cuando se termine el muro se acaba el trabajo y podréis ir a secaros la ropa” era a una cocinilla que tenía Ramón, cuando pusimos la ultima piedra en el muro respiramos todos, terminamos como sopas, yo tenia una chaqueta de cuero pero como estaba agachado por los picos me caía un chorro de agua contínuamente de las rodillas para abajo como si hubiera estado metido en una alberca.
Después pasamos a enfrente de Almegíjar, hicimos otros dos muros, allí pille yo un percance cargando un camión de piedras, Manolico el de la huerta, que era muy charlatán y estaba mas en la charla que en el trabajo, me dió un restregón con una piedra en la nariz y tuve que ir a Torvizcón a que me pusieran la inyección del tétano, no por eso deje de seguir trabajando, en cuanto me pusieron esa inyección volví al trabajo.



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