martes, 22 de noviembre de 2011

DÉCADA DE LOS 60 EN PERALADA


Castillo de Peralada
El los años sesenta estuvimos una cuadrilla de Cádiar y cinco de Lobras en Peralada, el encargado que teníamos era Pantaleón “ratones” no me acuerdo de los apellidos, pues estuvimos poniendo el darro y el agua, en el pueblo hay una Fábrica de champán y a veces teníamos tres o cuatro casas en lo que dominaba el trabajo y de cada casa nos sacaban un porrón de champán y una bandeja de galletas. Teníamos a Frasquito Ortiz, de Cadiar, que era muy propasado y a la ves teníamos al rubio de Lobras que tampoco se quedaba corto, ellos eran los primeros que mangoneaban en los platos y Frasco Ortiz cogía lo que le parecía y después decía: “las galletas de coco se las dejáis al rubio”, se tenían un interés que no se podían ni ver, pero a cual de los dos era mas sinvergüenza. Así estuvimos un par de meses, había una soltera dura que por las mañanas tenía un puesto de pescado en la plaza, esta mujer por que le compráramos a ella o por lo que fuera tenia mucha cofianza con nosotros y un día, pero fuera de la plaza, en el trabajo estuvo un rato con nosotros de los varios que echaba y nos dijo: “tengo gusto de que vengáis un día a mi casa a tomarse un café” todo esto mas inclinado al encargado, como es natural, pues lo acordamos entre todos: “bueno pues el domingo a las cuatro de tarde vamos a ir” y ella dijo: “allí os espero”. Fuimos y la mujer nos atendió muy bien, nos puso una bandeja de galletas y un baso de café con leche y pasamos una tarde como si hubiéramos estado en familia, pero resulta que Frasco Ortiz no había ido, le pregunto al sobrino, Pantaleón, y el sobrino le dijo que a su tio no se le podía ases caso, bueno, pues a otro día pasó por donde estábamos trabajando y la mujer muy atenta le dice: “Frasquito, hay que ver que no fue usted ayer con los compañeros a tomarse un café a mi casa” y se cuadró delante y le dijo: “ni fui ni voi” y le dijo la mujer “¿porque es eso?” y él le dijo “porque no me fío de usted señora”, nos quedamos todos de una pieza, la mujer se avergonzó y nos dijo:”hasta mañana”, y se acabo la confianza. Después pasaba por donde estábamos trabajando y nos decía buenos días o buenas tardes pero parase donde estábamos se acabó.
Seguimos trabajando y poco después estábamos trabajando orilla de una arenera, había dos o tres camiones arrimando arena, la llevaban entera y la pasaban por unas cribas y sacaban graba garbancillo y arena. Los camiones basculaban en una torva y alcanzaban a los cables de alta tensión, tenían un peón para que tuviera cuidado de que los camiones no tocaran porque era muy poco lo que tocaban. La cuestión es que el hombre (el peón) se agarro de la puerta y charlando con el chófer se descuidó y toco el camión en los cables y se quedo carbonizado se le quedaron los dedos de los pies con el hueso pelado, las ruedas del camión se quemaron también y el chófer tenia un chiquillo dentro del camión y lo tiro al suelo y él blincó detrás y ninguno de los dos (padre e hijo) le pasó nada. Según decían no habían tocado en chapa y no habían tenido contacto.
Pues el rubio ya sabéis lo cataollas que era, de seguida se fue a mangonear donde estaba el muerto. A los pocos días llegó uno de Jaén por mediación de un primo, se llamaba José María. Era un hombre de pocas palabras y el mismo primo que era un enteraillo le chinchaban mucho incluso le hicieron la petaca en la cama y José Maria se tiraba un rato desliando las mantas pero no piaba y los que se lo hacían escuchando y escondidos hartándose de reír. A otro día le preguntaban y les decía que se habían liado las mantas , en el trabajo era el que mas trabajo rendía pues teníamos que decirle que fuera mas despacio pero era tan callado que no hablaba, no se desahogaba, estaba un momento de pie y de seguida al trabajo. A los pocos días me vine yo a Lobras, y le dejé un colchón que habíamos comprado todos, era un colchón vacío y después los llenamos de paja, me dijo: “¿que me vas a cobrar por el colchón?”y le dije: “tráete una botella de vino y convida a los que estamos, todo eso te voy a cobrar”, después, según me contaron creo que durmió una semana en el colchón, pero un día como de costumbre fueron a la casa a comer y comieron y se fueron cada uno por un sitio, llegaron al trabajo y José Maria no iba, cuando vieron que no resultaba por ningún sitio salieron a buscarlo y preguntando le dijo uno que tenia una tienda: “por aquí pasó cuando ibais de comer compró cuatro metros de cuerda y se fue para el trabajo”, ya se figuraron lo peor, fueron al río que había unos laureles grandes y allí se lo encontraron colgado. Cuando me lo dijeron, yo pensé que si a aquel hombre lo hubieran tratado de diferente forma no le hubiera pasado esto, pues como no hablaba, si alguna cosa no le gustaba se quedaba con con ella en el cuerpo y tenia el nudo en el cuerpo hasta que hizo esto.

EL PUENTE DEL BARRANCO DE LA CIMBÚA


De la carretera de abajo pasamos a la cimbúa le hicimos dos pie amigos al puente bastante grandes, gastamos algo más de cuarenta camiones de piedras, es un puente muy alto, íbamos Lorenzo, Juan Miguel y yo (Rosendo). Íbamos andando, a las seis de la mañana ya caminábamos a esa loma arriba, esto era en el mes de Diciembre. Una mañana salimos con un viento de la sierra que arrancaba las piedras, cuando pasamos el barranco de Tímar se metió un remolino que quebró cuatro o cinco álamos, a Lorenzo le quitó la gorra (todavía no le ha aparecido), llegamos a Timar y tenían en cada ventana cuatro o cinco ensartas de pimientos colorados, el viento los había tirado por aquellas calles, cogimos dos ensartas cada uno y las metimos en unos chaparros cerca de donde estábamos trabajando y Juan Miguel se las fue regalando a la gente de Cádiar, en el trabajo teníamos este albañil de Torviscón y hacia de “encargaillo”, eramos siete personas en el trabajo. El encargado echaba un rato por la mañana poniendo piedras y después se subía a la carretera y me dejaba a mí poniendo piedras desde arriba mandando y estaba al cuidado de los transeúntes. La Guardia Civil pasaba mucho por allí y se pasaban un rato charlando, cada vez que pasaban él disfrutaba estando arriba. El puente lo reforzamos bien, lo descubrimos por dentro y le echamos un anillo de hormigón y ya ahí le dimos corte al trabajo.

EL AÑO DE LA NUBE


Estuvimos una cuadrilla de Cádiar, tres o cuatro de Yátor y tres de Lobras trabajando en la carretera, empezamos en el puente de la veguilla, hizimos un muro que es el que tiene la veguilla sujeta. Tiene un metro de ancho por veinte metros de largo pues todo lo que hay por encima recalcó, después hicimos una alcantarilla en el barranquillo de la tejilla, más tarde pasamos al barranco del parral e hicimos dos o tres muros en él, seguimos a la cuesta del molino e hicimos un muro grade porque se había echo una quiebra que llegaba cerca de la cuesta del molino de arriba. Para sujetar la pandera entera despues hicimos el puente, estando haciendo los cimientos nos pilló el dia de san Antonio (13 de Junio), pues había un muchacho del cortijo de los manzanos que se llamaba Antonio y teníamos un albañil de Torvizcón que le gustaba el vino más que a los chotos la leche, se llamaba Antonio, si alguno lo recordáis por Antonio el de Elisa que le llamaban en Torvizcón que a muerto en Cádiar, bueno pues el cortijero, el de los manzanos, le tenia brindada una botella de vino especial para el día de su santo, así lo hizo el día de su santo, se presento con una botella de dos litros, el encargado les dijo: “deja la botella para cuando de desayunemos” porque sabia que se iban a templar, bueno, pues había un zarzal a la parte arriba de donde estábamos trabajando, tenia una sombra muy buena y dijeron: “vamos a poner la botella aquí en la sombra que este fresquita para cuando comamos”, y empezamos a trabajar, estaba la mañana revoltosa pues cuando llevábamos una hora trabajando hicieron dos truenos y de seguida empezaron a caer gotas, acto seguido tuvimos que salir tirados a la barraca, llovía como cuando mean las vacas, a los diez minutos salió el barranco más que cuando la nube. Cuando aflojó un poco salieron en busca de la botella y se había perdido hasta el zarzal, todavía no apareció la botella y se quedaron compuestos y sin novia.


Después hicimos una alcantarilla en en el cortijo de Emilio la hicimos en dos veces, hicimos la parte de abajo primero y estando haciéndola, nos pillo un viernes, había un maestro de Cádiar que daba escuela en Torvizcón y los viernes se venía con un autocar que venía a la cuesta del molino a por los críos de la escuela y desde allí se iba con el camión de la gente que era de Yator, pues se quedó donde estábamos trabajando y se embobaron con la charla y nosotros metidos en la zanja. Estábamos hondillos, yo estaba con la vista puesta en el corte y vi moverse el terreno, les di una voz a los otros y blincamos fuera, estuvimos a punto de habernos quedado alguno enterrado. Ya dimos de mano, los viernes dábamos de mano a las cuatro de la tarde.
Al lunes siguiente todo el día estuvo el encargado diciendo: “cuidado con la ocurrencia de venir el maestro en la mejor oportunidad”
Pues de allí pasamos al barranco de verdebique, hicimos otros dos o tres muros, después pasamos al cortijo reuma, hicimos dos o tres muros allí también, una mañana estábamos desayunando y habían echado una capa de tierra en un recalque que se había hecho encima del cortijo, no había asfalto, la tierra estaba helada y se presento el conde de Mecina con el Barreiros cargado de maderas, y al llegar a lo helado frenó y al frenar se le fue el camión atravesado para la derecha, se hecho encima de un Citröen que tenia el contratista y se lo chafó y no se fue fuera de la carretera porque había unas pilas de tierra en el borde de la carretera, de seguida salieron los encargados que estaban tomándose una copa en un barecillo que tenían en el cortijo reumas (como le llamaban a ese cortijo). El contratista que era el que hizo el tejado de las escuelas éstas y el mercado de Cádiar, era muy conocido por aquí, se llamaba Diego Rodriguez y era de Pinos del Valle, pues como digo, en el fracaso del camión le dijo al Condillo: “todas estas cosas te pasan porque no duermes si estas a todas horas tirado en la carretera”. El pobre llevo la mañana, luego fue arrancar el camión y se le habían bloqueado los frenos y por pocas si lo puede arrancas.
Pues seguimos el trabajo y unos días después, concretamente el día de San Blas, la gente de Cádiar no fue al trabajo porque era la fiesta local del pueblo, los de Yator tampoco fueron, quedamos seis personas. Aquel día amaneció lloviendo, había estado toda la noche lloviendo y el día igual, los tres de Lobras salimos pues el camión que nos llevaba sí que iba, el río iba de punta a punta gracias a que iba muy extendido, Lorenzo y yo llevábamos botas de goma, lo pasamos sin mojarnos los pies pero Juan Miguel iba con las botas del trabajo, se tuvo que meter dentro del agua (figuraos como se pondría), en la cuesta del molino quiso comprarse unas botas de goma, le tocó a Carmen y no se habían levantado todavía, le dijo que no tenían, llegamos a reumas y ya estaba el contratista allí, el día antes había hecho la maquina un cimiento y se había quedado la carretera en peligro, el contratista estuvo toda la noche pensando en el caso, apenas llegamos nos dijo: “al trabajo llueva o truene, hay que hacer el muro” y me dijo a mi: “ponte tú, Rosendo, a poner piedras”, también nos dijo: “cuando se termine el muro se acaba el trabajo y podréis ir a secaros la ropa” era a una cocinilla que tenía Ramón, cuando pusimos la ultima piedra en el muro respiramos todos, terminamos como sopas, yo tenia una chaqueta de cuero pero como estaba agachado por los picos me caía un chorro de agua contínuamente de las rodillas para abajo como si hubiera estado metido en una alberca.
Después pasamos a enfrente de Almegíjar, hicimos otros dos muros, allí pille yo un percance cargando un camión de piedras, Manolico el de la huerta, que era muy charlatán y estaba mas en la charla que en el trabajo, me dió un restregón con una piedra en la nariz y tuve que ir a Torvizcón a que me pusieran la inyección del tétano, no por eso deje de seguir trabajando, en cuanto me pusieron esa inyección volví al trabajo.