Voy a contar algo sobre la forma de vivir que tenia la gente desde que yo empecé a tener conocimientos entonces no había una casa vacía en todo el pueblo, las familias eran todas de 6, 7 u 8 hijos más los padres once o doce y en algunas también estaban los abuelos. Se cumplía el refrán “no cabemos en casa y parió la abuela”
Casi todos eramos labradores, pero las tierras eran en renta, con la mala suerte de que los olivos no entraban en la renta y había que coger la aceituna al tercio, digo esto porque el que no labraba los olivos tenia que cogerla a la cuarta pues entonces no había fardos como ahora. Así que las pobres mujeres se tiraban dos o tres meses tiradas en el campo y pasando frío porque los abrigos no eran muy fuertes y muchas de ellas con un crío con seis u ocho meses de vida metido en una espuerta, era la cuna que tenían para llevarlos al campo. Entonces cuando el niño tenia hambre y se hartaba de llorar iba la madre y le daba la teta pero el niño podía seguir llorando y la madre con regomello decía “alomejor es que esta malo” pero la “malura” que tenia es que no se había quedado satisfecho con la teta de la madre y tiritando de frío se le juntaba todo.
El provecho de todo esto se juntaba en la almazara, poco rendimiento de
trabajo trajo, y la almazara que era la “fragua de chirola” tenia 6 u 8 amos, cuando uno salia otro entraba y ninguno se “iba de vacío”. Incluso hasta un maestro de los varios que hubo le alargaba la mano a su mujer por una ventana. En resumidas cuentas, que molía la aceituna y tenia que ir el señorico o el compadre a partir el aceite y medían de la siguiente forma: dos para el señorico, la que hacia tres para el que la cogía, la de cuatro y cinco para el señorico otra vez, y el que la cogía siempre detrás. Cuando daba un par de vueltas se había acabado el filón, como lo sacaban por arriba el ultimo mono se ahoga y el pobre colono se llevaba los asientos.
En resumidas cuentas, que a finales del verano una parte de la gente se quedaba sin aceite, entonces tenían que echar mano a la gente del Valle de Lecrín que venian vendiendo mezclas de varias grasas menos de aceite pues ya se fueron espabilando y abrieron los ojos e iban a llevar de comer y la cesta de la comida se la traían de vuelta pero llena de aceituna. Otros se traían un haz de ramas para las cabras y en medio traían un saco de aceituna, yo no lo vi, pero cuentan que en vista de todo esto los encargados se daban unas vueltas por la finca pero uno de ellos se llevaba el burro y dos cantaros de agua para que no le faltara y cuando tenia ocasión los llenaba de aceituna y se los traía a la casa y al final de temporada algunos la llevaban fuera a otras almazaras pero otros la molían aquí y casi todos buscaban tener para un “piecillo” que era de cinco fanegas, no preguntaba nadie, pero si alguno despuntaba algo decían: “esta aceituna es de la rebusca” y había quien molía tanta de rebusca como de cosecha
Pues en vista de esto los propietarios fueron ablandándose y la fueron dando a medias, después han ido vendiendo y pasó a los labradores. Ya no hay medias ni enteras, no la quiere la gente no hay quien se agache ni para coger una liebre, la vida es así.
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