miércoles, 13 de julio de 2011

COMIENZOS DE LA GUERRA

Voy a contar algo sobre lo que yo viví al empezar la guerra en el año 1936.
Había un individuo que estaba de policía en Granada, era hijo de Lobras y cuando empezó la revolución se vino para acá (a Lobras). Yo creo que no se dejaba dominar por nadie, se juntó con otros compañeros, no sé si remanecían de Albondón, pero si sé que mataron a dos que remanecián de esa parte. Después vino aquí con intenciones de matar a otro, le disparó cuando cruzo la calle de su casa hacia el corral pero había demasiada distancia y en vez de hacer el blanco en la persona lo hizo en el tronco de una “morea” que había en la esquina de su casa después medió un maestro de escuela que había sido el maestro que había tenido él de niño y era al único que respetaba en todo el pueblo, ni siquiera a su padre pues se fue y no volvió porque murió en la guerra. 
Más adelante vino un grupillo de la parte de Almería, pistoleros sin control, estos ya eran de izquierdas y se dedicaban a saquear las casas que había cerradas porque se habían ido los dueños para la capital. Todos los días había comentarios nuevos, unos que robaban, otros que mataban, que lo mejor era irse del pueblo... y de aquí se fue casi toda la gente, unos se fueron a la vega, otros se fueron a los cortijos, nosotros nos fuimos a los cortijos del Lobrasan. De los varios que hay escogimos el cortijo nuevo que había un tal Eusebio que era muy amigo de mi padre. Lo mismo que nosotros cuatro o cinco familias más. Durante el día, los niños, estábamos en la calle y de noche para dormir en el portal de la casa. Las mujeres y los hombres iban a la era, a otro día los hombres venían a echarle de comer a las gallinas y a la burra, y de paso, se informaban de las novedades. Siempre iban con algún “macutazo”, que si están en Mecina otros decían que habían tomado a Bérchules. En resumidas cuentas, que estaba todo en revolución pero se fueron corriendo las voces de que no se metían con nadie sólo que saqueaban las casas que había cerradas.

PROPIETARIOS Y COLONOS


Voy a contar algo sobre la forma de vivir que tenia la gente desde que yo empecé a tener conocimientos entonces no había una casa vacía en todo el pueblo, las familias eran todas de 6, 7 u 8 hijos más los padres once o doce y en algunas también estaban los abuelos. Se cumplía el refrán “no cabemos en casa y parió la abuela”
Casi todos eramos labradores, pero las tierras eran en renta, con la mala suerte de que los olivos no entraban en la renta y había que coger la aceituna al tercio, digo esto porque el que no labraba los olivos tenia que cogerla a la cuarta pues entonces no había fardos como ahora. Así que las pobres mujeres se tiraban dos o tres meses tiradas en el campo y pasando frío porque los abrigos no eran muy fuertes y muchas de ellas con un crío con seis u ocho meses de vida metido en una espuerta, era la cuna que tenían para llevarlos al campo. Entonces cuando el niño tenia hambre y se hartaba de llorar iba la madre y le daba la teta pero el niño podía seguir llorando y la madre con regomello decía “alomejor es que esta malo” pero la “malura” que tenia es que no se había quedado satisfecho con la teta de la madre y tiritando de frío se le juntaba todo.

El provecho de todo esto se juntaba en la almazara, poco rendimiento de
trabajo trajo, y la almazara que era la “fragua de chirola” tenia 6 u 8 amos, cuando uno salia otro entraba y ninguno se “iba de vacío”. Incluso hasta un maestro de los varios que hubo le alargaba la mano a su mujer por una ventana. En resumidas cuentas, que molía la aceituna y tenia que ir el señorico o el compadre a partir el aceite y medían de la siguiente forma: dos para el señorico, la que hacia tres para el que la cogía, la de cuatro y cinco para el señorico otra vez, y el que la cogía siempre detrás. Cuando daba un par de vueltas se había acabado el filón, como lo sacaban por arriba el ultimo mono se ahoga y el pobre colono se llevaba los asientos.

En resumidas cuentas, que a finales del verano una parte de la gente se quedaba sin aceite, entonces tenían que echar mano a la gente del Valle de Lecrín que venian vendiendo mezclas de varias grasas menos de aceite pues ya se fueron espabilando y abrieron los ojos e iban a llevar de comer y la cesta de la comida se la traían de vuelta pero llena de aceituna. Otros se traían un haz de ramas para las cabras y en medio traían un saco de aceituna, yo no lo vi, pero cuentan que en vista de todo esto los encargados se daban unas vueltas por la finca pero uno de ellos se llevaba el burro y dos cantaros de agua para que no le faltara y cuando tenia ocasión los llenaba de aceituna y se los traía a la casa y al final de temporada algunos la llevaban fuera a otras almazaras pero otros la molían aquí y casi todos buscaban tener para un “piecillo” que era de cinco fanegas, no preguntaba nadie, pero si alguno despuntaba algo decían: “esta aceituna es de la rebusca” y había quien molía tanta de rebusca como de cosecha

Pues en vista de esto los propietarios fueron ablandándose y la fueron dando a medias, después han ido vendiendo y pasó a los labradores. Ya no hay medias ni enteras, no la quiere la gente no hay quien se agache ni para coger una liebre, la vida es así.

jueves, 7 de julio de 2011

EL AÑO DEL HAMBRE

Cartilla de Racionamiento
Bueno, voy a contar algo sobre las costumbres del pueblo de los años 40. Por aquel tiempo estaba la economía bastante mal pues en el verano no se sembraba nada más que maíz, todo el mundo buscaba coger diez o quince fanegas de maíz ya que era la comida de medio día para todo el año pues unas migas o unas gachas eran todos los días y eso decían: “degraciao el que no las tenga”, el que no tenia un costal de harina de maíz en esos tiempos estaba en peligro, el pan más que bien unas veces de la ración otras de la panadería y otras de ningún sitio se apañaba la gente. Respecto al trigo, la mayoría de la gente cogían quince, veinte o veinticinco fanegas de trigo y estos ya respiraban con mas desahogo.



En el año 45 se sembró, y después de siembras no cayo una gota de agua en los secanos, no espigaron las cimenteras y en la vega una parte se secaron, así que, si alguno quería comprar una fanega de trigo no tenía donde comprarla y si la encontraba tenia que estar dos meses trabajando para pagarla. Quedó como el año de la hambre .